MediacionAlicante
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domingo, 12 de febrero de 2012
Ya desde el siglo XIII se utiliza la palabra mediación para designar la acción de
intervenir entre dos personas o grupos. Esta intervención podía ser para terciar
entre vecinos con disputas por las tierras, entre familias para concertar matrimonios
o repartir herencias, entre comerciantes para apaciguar deudas, o bien
entre víctimas y las personas que cometían algún delito para dictaminar dónde
estaba la culpa. La persona mediadora era considerada como tal por las gentes
con las que convivían y que le otorgaban su confianza por considerarla una persona
prudente, responsable, y sabia.
Muchas culturas a lo largo de los siglos han tenido personas que en los clanes,
tribus y pueblos, han sido consideradas como mediadoras. Muchas veces este
atributo se le ha concedido a la persona anciana del grupo, por ejemplo en las
tribus de indios de Norteamérica o en los clanes africanos, donde en muchas
ocasiones la persona considerada “brujo o chamán”, es la más anciana y es considerada
apta para intervenir en las diferencias surgidas entre los miembros de
la tribu. Esta función mediadora otorgada a algunas personas, también la conocemos
en pueblos más cercanos, como por ejemplo el poder que se le otorga
al patriarca en la cultura gitana, o el concedido, en algunos pueblos de Galicia,
al párroco o al maestro, las personas consideradas más juiciosas y justas para
intervenir en disputas de vecindad o de familias.
En Valencia contamos con el Tribunal de las Aguas, cuyos orígenes
se remontan a la época de los romanos y del que hay registro oficial
desde el S.XIII, desde entonces sigue en funcionamiento con
el objetivo de solucionar los conflictos del agua.
Cuando se habla de mediación, lo más común es hacer referencia a la intervención
de una tercera persona para
resolver algún conflicto. Con este fin se reconocen
varias formas de enfrentarnos a los conflictos:
Si partimos de la suposición según la cual casi todos los conflictos son destructivos,
y o perdemos o ganamos, estaríamos enfrentándonos al conflicto con enfoque adversario.
Hay varios tipos:
La conciliación
en ella la aportación de la tercera persona tiene mucho peso.
Se utiliza este modo especialmente en conflictos laborales o sociales y se parte
de la base de que ambas partes están dispuestas para alcanzar una solución al
conflicto la cual será propuesta por la persona conciliadora.
El arbitraje
se parece a la conciliación, pero necesita que ambas partes reconozcan
la autoridad en la persona que interviene, por tanto acepten que lo
que ésta va a dictaminar va a ser lo correcto porque será la aplicación de las
leyes o principios reconocidos por ambas partes. En las antiguas tribus judías
se recurría a la intervención del —hombre santo o profeta— para arbitrar entre
dos partes y éste dictaba sus sentencias desde —la ley de dios— que era reconocida
y aceptadas por las partes en conflicto. Algo similar ocurre hoy entre las
personas de etnia gitana que dejan el arbitraje en manos del patriarca quien
dictaminará sentencia de acuerdo a la —ley gitana— aceptada por ellas de
antemano.
La negociación
es un proceso en el que no hay una tercera persona que intervenga
entre las partes, es un modo de resolución que ejercen las mismas partes
del conflicto entre ellas, llegando a una solución acorde para ambas.
La Ley
forma jurídica entre partes ejercida a través de personas designadas para
ello en un Estado de derecho, cuando el conflicto de las partes incurre en delito.
Hay otra manera de abordar el conflicto, en la que éste se ve como
un problema que debe ser resuelto, que es el problema, la situación,
la que debe ser resuelta, y no la otra parte del conflicto. Sería
un enfoque orientado a resolver problemas, y ahí contaríamos
con la mediación.
La mediación propiamente dicha
es la acción de intervenir entre dos partes
cuando éstas no consiguen ponerse de acuerdo porque entre ellas existen, además
de un conflicto concreto, recelos, desconfianzas, diferencias que no permiten
que se de un acercamiento para comunicarse y llegar a un encuentro.
La mediación por tanto siempre necesita de una tercera persona que intervenga,
y ésta tiene que crear confianza entre las partes para que se acerquen sus
posturas hasta llegar a una solución.
En teoría las partes en conflicto deberían
salir del proceso sintiéndose satisfechas porque todas sus necesidades e intereses
han sido tomados en cuenta, porque han logrado el mejor resultado
posible.
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